Marta E. Alonso.
Desde la entrada del euro en España en enero de 2002, han sido bastantes las monedas procedentes de terceros países que han ido a parar al bolsillo de muchas personas. Se trata de monedas tailandesas, turcas, dominicanas, dominicanas o chilenas que pasan de "mano en mano", reemplazando normalmente a las bimetálicas de uno y dos euros, y cuyo valor suele ser inferior que el de las que pretende suplantar.
Lo que puede considerarse en un principio un "despiste" de los extranjeros que visitan nuestro país, comienza a ser un problema para algunos establecimientos públicos -bares, restaurantes, tiendas- donde estas monedas pasan desapercibidas y ocasionan pérdidas que pueden ser perjudiciales para el negocio.
Tener en cuenta el peso o grosor de las monedas ya no es suficiente para combatir esta lacra. Lo apropiado sería incorporar sistemas que permitieran asegurar que los parámetros de conductividad y magnetismo coinciden con los de las monedas autorizadas en cada país.